
Vuelos II
Alfredita me contaba que un día se despertó entre algodones dentro de una bañera. La cosa pintaba rara, decía, todo se había vuelto azul; los ladrillos, el piso, la pila, su cuerpo. Todo! Estaba desnuda. Entonces hizo amago de levantarse y cual fue su sorpresa, en los pies, llevaba las botas puestas. ¿Qué significa esto?, preguntó, pero quién contestó fue el eco, ¿Qué significa esto?.
Tras incorporarse y cruzar la frontera de mármol entre la horizontalidad y la verticalidad, sus pies tocaron el suelo soltando un "plaf" "plaf". Tenían el agua dentro. Se volteó, la bañera estaba vacía. La noche, probablemente la había soñado.
Sal
Cuando llegó a la playa ya todo estaba ardiendo, no había mar por mucho que lo buscara, y su mudez de sueños se le había arrugado en la palma de la mano, en forma de siete bolitas de papel. Floreciendo, aquellos siete papelitos, volvieron de verano el equinoccio y ella sintió el temblor de un niño dentro a medida que se alejaban en el mar, con ese vaivén coital que solo saben las olas. Después, San Juan pasó. Al tiempo, seguramente se le fueron olvidando con hogueras de otras noches.
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