
Silencio
A veces nos pasa, no encontramos las palabras. Es por dejarlas escondiditas por temor a que se escapen.
Una vez conocí a un monje, decía que cuando uno no sabe que decir, vale la pena callar.
Una vez conocí a un monje, decía que cuando uno no sabe que decir, vale la pena callar.
Él las tenía enclaustradas, así, ellas crecían y se le multiplicaban en los cajones de la cómoda como a un filósofo.
Nunca salió del convento. Años después alguien me dijo que había muerto, yo, hacía tiempo que lo sabía.
..........................................................................................................................................................................
El hacedor de rosas
Trabajó durísimo y al fin pudo conseguirlo, la cosa más hermosa que hubiesen hecho sus manos; una rosa, con la belleza efímera de una servilleta de papel.
Quedó un rato contemplándola, entre incrédulo y orgulloso, y se volvió hacia el cubo de la basura, feliz, mientras aquel no hacía más que escupir bolitas rotas. Lo he hecho, pensó.
Las siguientes rosas ya le salieron solas.
Quedó un rato contemplándola, entre incrédulo y orgulloso, y se volvió hacia el cubo de la basura, feliz, mientras aquel no hacía más que escupir bolitas rotas. Lo he hecho, pensó.
Las siguientes rosas ya le salieron solas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario