martes, 3 de marzo de 2009

NIño preso/ Rotos



Niño preso

De lejos chapoteaba Miguel con los ojos mientras el charco le miraba.
Miguel solía viajar descalzo y de traje.
Sus pies ardían como los fueguitos que prendía al paso con su perfume.
Pero había abandonado la ilusión.
Su ilusión se había escondido allí en aquel triste charco que le añoraba,
perdiéndose en la atmósfera según Miguel había decidido crecer.

Rotos

Una vez creyó Paloma que la noche estaba resfriada. Escuchó estornudar a las luces... decía.
Y ella insomnolienta, para hacer que se curara, quedó desnuda y pudo vestirla,
al menos por el pedacito de cielo que se le descosía.
Paloma ya tenía ocho años... y estaba cansada de los remiendos,
pero había sabido desde muy pequeña que las noches rotas no pueden soñar... y a ella
le gustaban tanto los sueños...

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